El otro día mi amiga Ana que ha sido mamá recientemente me comentaba su preocupación por cuidar la vista de su bebé. Y es que tanto ella como su marido han sufrido ambliopía, es decir, ojo vago. (El ojo vago es un término que se utiliza para describir una condición en la cual un ojo no ve el 100% con su mejor corrección en lejos y en cerca, bien sea con gafas o lentes de contacto)
Fruto de ese interés surgió la pregunta: ¿a partir de cuándo puedo, o cuándo debo revisarle la vista a mi hijo?
Pues bien, la respuesta es que siempre que aparezca una sospecha tenga la edad que tenga. Normalmente es más fácil darse de cuenta de que algo no funciona correctamente cuando el niño empieza a moverse, porque podemos observar que se da golpes con la puertas o que presenta una torpeza mayor de lo que se espera en un niño pequeño que está aprendiendo a desenvolverse por si mismo.
Es habitual también encontrarnos con niños que desvían un ojo de manera fija o intermitente. A veces uno, a veces otro, o a veces los dos. Todas estas señales son fáciles de detectar y si no es así, ante cualquier duda podéis llevarlos a revisión.
A los pocos meses de vida el bebé empieza a realizar movimientos de seguimiento, cuando escucha la voz de sus papás por ejemplo.
Pero no os asustéis si observáis en algún momento que sus ojos se cruzan o que no se mueven los dos de forma coordinada. Está aprendiendo y todavía sus movimientos no son precisos. Necesita tiempo para que conseguir que sus dos ojos trabajen conjuntamente. Necesita tiempo también, para conseguir una imagen nítida. Hacia los seis meses su imagen es bastante más definida pero no es hasta el año que consiguen mayor resolución. Y alrededor de los tres años es cuando su sistema visual se acaba de desarrollar.
Dicho así parece que hasta los tres años el niño no vea, y no es así! es fácil observar que se interesan por su entorno, que siguen con la mirada una pelota que se aleja o que empiezan a usar los encajables, a señalar aviones o interesarse por los libros. Que no alcancen hasta más adelante su máxima agudeza visual no significa que no vean.
En resumen, si no existe sospecha alguna se recomienda que el primer examen visual completo se realice alrededor de los 2 años como prevención para detectar con tiempo cualquier anomalía que pueda estar presente. El segundo examen debería realizarse a los 3-4 años y luego a los 5-6 años antes de entrar en el colegio.
Existen varias claves o signos para saber si puede haber algún problema visual que no haya sido detectado en las revisiones periódicas del pediatra. Algunas de ellas son:
- Guiños para ver cosas de lejos
- Cierra un ojo en espacios abiertos. Muchos niños guiñan cuando el día está soleado.
- Gira la cabeza o mira de reojo para ver la TV
- Parece que no fija o tiene una mirada “pérdida”
- Desvía uno de los ojos de vez en cuando, sobre todo cuando está cansado.
- Historia familiar de estrabismo, ojos vagos o miopías altas.
- Niños prematuros o con desarrollos inmaduros.
- Ojos rojos o escozor después de hacer alguna tarea de cerca.
- Se frotan los ojos.
En estos casos se recomienda realizar un examen visual completo realizado por un optometrista especializado en niños y un examen oftalmológico para descartar patologías
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